“Jaén fue, sin duda, el tiempo más hermoso para la pareja”
José Luis Ferris revisa su biografía de Hernández por el 75 aniversario de su muerte
25/11/2016
HISTORIA.
Josefina Manresa y Miguel Hernández, en la terraza de la casa de la calle Llana que compartieron en sus días en Jaén.
Pasiones, cárcel y muerte de un poeta es, de nuevo, el título de este libro que llega para arrojar luz sobre su breve y apasionada trayectoria, 31 años que han llegado hasta el presente, como defiende Ferris, cargados de leyendas, instrumentalizados dependiendo de quien escribiera. El investigador y escritor alicantino presentó las claves de su nuevo trabajo en Madrid. Allí detalló que son cuestiones como los recelos de Lorca, Cernuda y Alberti ante esta nueva voz poética, su viaje a Moscú en 1937, su labor al frente de la Barraca, el abandono de sus amigos al finalizar la Guerra Civil y las mujeres que inspiraron sus poemas, más allá de su gran amor, Josefina Manresa, especialmente en El rayo que no cesa, en el que la quesadeña compartió protagonismo con la pintora Maruja Mallo. Una parte importante de los “descubrimientos” llegan con la publicación, entre otros estudios, de las cartas inéditas que intercambió con Vicente Aleixandre y, a su muerte, el Nobel con su viuda.
Estas últimas fueron conocidas, precisamente, con la llegada del legado de Miguel Hernández a Jaén, en 2012, tras su adquisición por parte de la Diputación. La estancia en esta tierra del poeta durante 1937 como periodista en el frente republicano, dice el biógrafo, quedó marcada para siempre en su alma: “Fueron tres meses muy intensos, quedó en él una experiencia y amistades que enalteció siempre”. Y como vida y obra en Hernández van unidas, lo inmortalizó en sus versos: “En la poesía tiene un indudable reflejo con ese monumento que hizo, Andaluces de Jaén. Intentaba contar todo el sentimiento de un pueblo, el sufrimiento humano, esa relación entre la oligarquía y el señorito con el campesino. Eleva a los andaluces que luchan, esa humildad a la que da muchísima potencia”.
“Además hay que asociar su estancia en Jaén a ese momento en el que, por fin, ‘cata’ a la mujer con la que se casa, cuando se lo permite Josefina. Su viaje de novios sale de Alicante y acaba en Jaén. Allí celebran realmente la primera vez que están juntos, su convivencia. A Miguel Hernández se le queda ese momento guardado en el alma”, explica José Luis Ferris. “Lo único es que no acaba bien, ya que a las pocas semanas, Josefina se tiene que marchar porque su madre enferma. Él piensa que es un viaje de ida y vuelta, que se volverá a Jaén con él, pero no. Su madre fallece y ella se tiene que quedar a cuidar de sus hermanos pequeños”, reconoce. “Creo que es un periodo dulce y que él tiene entre algodones en su memoria. Está, por fin, con su amada, bien que viven en una guerra, pero en esa casa de la que entran y salen, lo que es la guerra en si, no llega. Creo que fue el periodo más hermoso en la historia de amor entre Josefina y Miguel Hernández. Esas fueron las únicas semanas de convivencia porque después, con el fin de la guerra, ya vinieron las cárceles”, resalta
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En este libro que acaba de ver la luz, destaca el biógrafo, analiza todavía más la historia de amor entre ambos que en la primera versión del libro de 2002. Ha desmitificado, dice, la imagen que los profesores de Literatura siempre han intentado dar de Josefina como el gran amor de Miguel. “Sí, lo es, pero con matices. Excepto este periodo en Jaén que fue el mejor, cuando estuvieron más unidos que nunca, esta relación tiene muchos momentos difíciles, como cuando él, en la cárcel, no quiere ceder al chantaje en la cárcel y Josefina le pide que lo haga. Es la lucha entre lo que le dice su corazón, su mujer y su hijo, y lo que le pide su pensamiento, no traicionar a sus ideas”, detalla. Lo que no hizo nunca.
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