Opinión | Tribuna
Josefina, aniversario de una mujer comprometida
Josefina Manresa y Miguel Hernández, en 1937, en Jaén. / INFORMACIÓN |
Dentro de unos días publicaremos la investigación realizada con Fran Belmonte, un importante genealogista. En este riguroso trabajo se demuestra que Josefina tiene raíces en Cox y en La Murada de Orihuela. Al igual que Miguel, sus antepasados son oriolanos, en su caso de los Almarcha, la misma familia que la del obispo franquista Luis Almarcha, que la chantajeó y no ayudó nunca al poeta.
Josefina nació en Quesada el 2 de enero de 1916 y después de vivir en San Miguel de Salinas y en Dolores, su padre, el guardia civil Manuel Manresa Pamies, fue destinado a Orihuela. Allí vivieron nueve años y en abril de 1936 fue trasladado al cuartel de la Guardia Civil de Elda, en donde fue asesinado por unos jóvenes anarquistas el 13 de agosto de 1936. Junto a su madre, Josefina y sus cuatro hermanos se mudaron a Cox, a la casa de su abuela Gertrudis Pàmies, en la calle Santa Teresa, número 15, en el barrio del Gurugugú. En ese mismo domicilio se estableció la primera casa de Miguel y Josefina cuando se casaron y también después de la muerte de su madre, Josefa Marhuenda Ruiz. En Cox la familia vivió en cuatro casas, todas muy humildes y con grandes carencias. En 1950, buscando mejoría económica, se trasladó a Elx.
El poeta oriolano se fijó en ella en 1931, antes de iniciar su primer viaje a Madrid y le escribió a Carlos Fenoll: «¿Te acuerdas de la niña aquella que vi la última tarde de mi estancia en Orihuela? Pienso en ella a todas horas. No te rías. Aunque te parezca absurdo, estoy como tú... Haz el favor de darle lo más discretamente que puedas, y a solas si es posible, ese sobrecito».
Josefina, por pudor y prejuicios de la época, lo rompió sin leerlo.
En 1933, Miguel Hernández ya había publicado su primer libro, Perito en Lunas, y volvió a pretenderla. Después de muchos desencuentros, en 1934 formaliza su noviazgo con el padre de Josefina, presentándose en el cuartel de la Guardia Civil para hablar con él. Se inicia la gran creación literaria de amor en prosa y poesía destinada a su Josefina.
Miguel hizo varios viajes a Madrid y empezó a trabajar en la capital, bajo las directrices de José María de Cossío, que estaba efectuando una investigación sobre la tauromaquia para su Enciclopedia de los toros, por encargo de José Ortega y Gasset y de Espasa Calpe. El oriolano escribió sus primeros libros y numerosos poemas y cartas a su musa, Josefina.
1934 y 1935 son dos años muy importantes para la pareja. El amor y la apertura a la relación, la explosión de emociones y del conocimiento mutuo crecen día a día. Es el inicio de uno de los poemarios amorosos más importantes de la literatura castellana. Josefina es la destinataria.
Los deseos de Miguel, como se pueden leer en sus cartas, son que su novia se traslade a vivir con él a Madrid y ella por carta y personalmente no acepta esta propuesta; los deseos del novio producen, en agosto de 1935, una reacción impulsiva en Josefina, rompiendo con Miguel. Él desea volver al día siguiente y ella a través de su hermano le devuelve las cartas y las fotos, finalizando el noviazgo. Esa ruptura duraría seis meses. No tenemos ninguna prueba objetiva que demuestre que alguno de ellos tuviera relaciones amorosas con otra persona durante ese período, contrariamente a lo que escriben algunos autores que no han aportado ninguna prueba que avale sus afirmaciones.
Miguel termina El Rayo que no cesa y, sobre este excelente poemario de amor, Miguel es claro, preciso y contundente en su carta a Josefina desde Madrid del 12 de febrero de 1936: «...Mira una cosa: me acaban de publicar otro libro. ¿Te acuerdas que te prometí dedicártelo el primero que saliera antes de que yo te escribiera por primera vez ahora? Ya habrá salido y dedicado a ti, aunque no ponga tu nombre. Yo, que creí que ya no te acordabas de mí, he puesto esta dedicatoria: ‘A ti sola, en cumplimiento de una promesa que habrás olvidado como si fuera tuya’. Resulta que ni tú ni yo hemos dejado de pensar en nosotros. Todos los versos que van en este libro son de amor y los he hecho pensando en ti, menos unos que van por la muerte de mi amigo...».
Reanudan el noviazgo en febrero de 1936 y el 9 de marzo de 1937 se casan por lo civil y se van a vivir a Jaén. Sufren con dolor los asesinatos de mujeres, niños y ancianos en aquella ciudad andaluza causados por la aviación fascista y apresuradamente regresan a Cox para atender a la madre de Josefina en las últimas horas de su vida. Huérfana de padre y madre, se hace cargo de sus cuatro hermanos y ya no puede acompañar a su marido por las tierras andaluzas. En Cox, Miguel Hernández es muy querido, según los testimonios que hemos recogido de sus vecinos.
Acabada la guerra, su vida está en peligro y cruza la frontera portuguesa para embarcar hacia América. El 30 de abril de 1939, Miguel es detenido en Moura y entregado a la Guardia Civil. Es encerrado en Rosal de la Frontera de Portugal.
Se inicia su primer recorrido carcelario y el sumario 21001. Después de pasar por Huelva, es liberado el 15 de septiembre de 1939 de la cárcel madrileña y regresa a Cox.
Después de visitar a su familia y a los padres de Ramón Sijé, es detenido en Orihuela el 28 de septiembre de 1939.
Da comienzo su segundo período carcelario y el sumario 4487.
El último destino preso de Miguel es el Reformatorio del barrio de Benalúa de Alicante. Allí ingresa el 28 de junio de 1941. Josefina solicitaba constantemente que Miguel fuese trasladado a un hospital. La petición se habría realizado, siendo liberado, si el poeta hubiera renegado de sus escritos e ideas y hubiera colaborado y aplaudido el régimen fascista. Se acercaron escritores, conocidos y algunos sacerdotes enviados por Luis Almarcha para convencerlo.
El peor maltrato físico y psicológico lo recibe en Alicante. Esas actuaciones van a promover el asesinato por omisión el 28 de marzo de 1942. Josefina, antes y después de la muerte de su amado, sufrirá penurias, maltratos, chantajes... Su casa de Cox es registrada por el oriolano fascista Martínez Paredes «El Patagorda». Buscan los escritos para destruirlos o como prueba para el proceso contra el poeta. Durante los años en los que tuve el placer de estar a su lado, siempre tuvo el alma en vilo pendiente de los avatares políticos y de la Policía franquista. Josefina fue maltratada también por algunos familiares, por autores y cantautores que se apropiaron de escritos, poemas y fotografías, quedándose los originales y los derechos de autor. También vivió con dolor y angustia la prohibición de los homenajes y de las publicaciones de la obra de su marido. Pero, a pesar de estas adversidades, siguió comprometida, incansablemente con los escritos hernandianos y nos animó a seguir en la lucha por rescatar la vida y obra del oriolano universal. Gracias, Josefina por estar ahí, siempre. Miguel cada vez está siendo más recuperado y su memoria y su obra perdurarán en las futuras generaciones. Sus detractores jamás podrán silenciarlo.
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